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Bailando hasta que le duelan a uno los pies

18 de Agosto 2016 / Por: John Jairo León M

Los invitados han empezado a llegar a su fiesta. Está cumpliendo veinte años, es joven, se ve con ganas de saltar y de gritar con un gran número de visitantes de diferentes esquinas del mundo. Y como se hace en el pacífico, ha organizado una parranda para varios días. Nació siendo niño y hoy se siente mujer y no le importa sentirse así, ha aprendido a manejar sus transformaciones con gusto, con ahínco y con una sonrisa siempre fresca y sincera. Llegan familias con sus abuelos y con niños, se acercan y saludan al cumpleañero.

 

‒ Dios es negra ‒dice Petronio.

 

Lo saludan varias mujeres negras con extensiones largas de cabello, una de ellas lleva un turbante y la otra luce su pelo suelto, suave y libre. Los cabellos y su forma de lucirlos, en algunas mujeres, son obras maestra. Igual pasa con los hombres, hay figuras en sus peinados como las líneas de Nasca.

 

‒Petronio no ha muerto, sigue vivo ‒ grita una señora mientras se mueve al ritmo de un currulao.

 

Camino hacia la entrada a esperar a unos compañeros que me han dicho que irán por primera vez a este cumpleaños y, mientras espero, hay un chico al que no conozco y no lo dejan entrar porque lleva puesta una camiseta del America de Cali, otro joven que va de salida se quita su camiseta blanca y se la regala y le dice: pa´que entrés, ve…

El Petronio está lleno de simbolismos de paz, pienso. Mientras escucho el sonido de fondo de una marimba, llegan al fin mis tres amigos, han comprado Viche y reparten el trago servido en una copita, de allí todos tomamos. Camino con ellos y empieza el turno de las Marimbas a prender de música el festival. Al lado de nosotros hay un grupo de diez extranjeros; al frente, por sus acentos, varias personas de Medellín y de Bogotá. Extranjeros y nacionales bailan, se hablan y se conquistan es con el baile.

 

‒Que nadie se quede quieto ‒dice Petronio

 

‒Todos están invitados a bailar,  a sentir con el cuerpo la música ‒vuelve y grita Petronio, mientras se bebe un trago de Arrechón

 

En el Petronio hay vendedores que andán vociferando: llevese el Viche y el Arrechón ¿Le damos la pruebita? Y así mientras uno entra, pasa por las artesanía, pasa por el pabellón de comidas y llega a la impactante tarima giratoria, ya se ha tomado varias pruebitas entre Viche, Arrechón y Tumbacatres.

 

‒Vea mijo, aquí nunca yo he visto una pelea y sabe por qué, pues el trago del pacífico…, el trago vuelve a la gente feliz ‒dice Petronio

 

Al fondo una multitud mueve cientos de pañuelos blancos, llevan moviéndolos hace veinte años cuando nació Petronio. Y desde hace mucho, Petronio y todos los Negros, han sabido, anticipadamente, que la vida es mejor vivirla bailando. Esta es una bonita forma de vivir en paz… bailando hasta que le duelan a uno los pies.

“Siempre me gustaron las trenzas, pero no sabía cómo hacerlas"

14 de agosto de 2016 / TopicUSC

Realizado por: Laura Angulo Angulo

                       María de la luz  Palacios

Su nombre es Emilia Eneida Valencia Murrain, una mujer afrodescendiente con un gusto particular por las trenzas; su cabello es una pequeña muestra del arte que sus manos acostumbran a realizar.

A sus 18 años, recuerda ella, aprendió a peinar sentada a orillas del río Condoto, observando a su amiga y practicando en su cabeza sin cesar.

Su curiosidad se despertó el día en que vio en un periódico a unas atletas kenianas con unos llamativos peinados.

Llegando a sus 19 años, Emilia migró para la ciudad de Cali a estudiar en la Universidad del Valle. Estando en la ciudad, y gracias a su amiga Mariza Ramos,  aprendió a peinar, un proceso que no tomó más de cinco minutos.

“El cabello afro  siempre ha llamado mi atención. Lo primordial está en aprender a hacer tropas. De ahì en adelante, solo se necesita creatividad e ingenio para hacer las trenzas o los diferentes peinados”.

 

Una anécdota que recuerda Emilia de la época en que vivía en Cali es la curiosidad que causaba en la personas al ver sus peinados.

“En la residencia de la universidad, yo solía poner un espejo adelante y otro atrás y así la gente empezó a preguntar si yo las podía peinar. Así fue como inicié mi arte en los cabellos (…). Pasé por un momento económico complejo, no podìa conseguir recursos para pagarme la carrera y con el ejercicio de trenzado pagué los tres primeros semestres. Ahorraba, le mandaba a mi mamá y me compraba ropa. A pesar de los percances, me gustó vestir bien y diferente. Me gusta la ropa en general, pero siempre trato de que tenga un enfoque afroétnico”.

Desde hace 20 años, Emilia pertenece y lidera la asociación de mujeres afrocolombianas Emafrocol. Es en esta asociación donde nace un proceso centrado en el trenzado. Una de sus principales actividades es la organización de un encuentro de peinadoras, donde no solo se hacen peinados y se dialoga sobre ellois, sino que también se hacen trabajos de estética para el cabello natural.  También realizan un foro que lleva el lema “Nuestro cabello será resistencia”, que se refiere a la voluntad de hacer frente a la dictadura de los estrictos modelos  europeos de belleza donde lo afro no tiene lugar.

 

“La estética de las mujeres negras, con su sabor étnico, es bella”.

Emilia sabe bien que su arte no consiste solo en hacer trenzas y peinados, si no que también funciona como arma reivindicativa, a favor de una estética natural.  Con esta idea, también ha organizado el foro titulado “Nuestro cabello, lucha de resistencia” en el que explica a las mujeres que es posible liberar la piel de la esclavitud del modelo occidental y los estigmas sociales.

Las negras, desde su estética y su diferencia étnica, son simplemente hermosas,  ya que crean conciencia contra el uso de los químicos destinados a alisar el cabello afro, que producen enfermedades tales como fuerte dolores de cabeza o mixomatosis.

“El cabello afro no se puede tratar de cualquier manera. Se le debe realizar una serie de tratamientos para que esté sedoso, como el tratamiento para alisar de las líneas especiales para cabello afro”.

Cabello Afro: un estilo hecho libertad

13 de agosto  de 2016/ Topic USC

Por: Maria de la Luz Palacios Estrada

        Laura Angulo Angulo

No importaba ni el año, ni el mes, ni el día de la semana, mucho menos la hora; cuando llegaba el momento de peinar el cabello, los sentimientos que salían a relucir estaban más relacionados con el dolor que con la belleza misma. “Yo recuerdo que a mí me peinaban el cabello cuando estaba seco y me quedaba un ‘pajón’ inmenso que  a veces no quería ver”, expresa Piedad Ortiz, una mujer mulata, de cejas delicadas, nariz ancha y cabello crespo, negro,  que por mucho tiempo sobrellevó la carga de peinar su cabello de la manera menos apropiada.

Las cremas de peinar y los tratamientos capilares especializados para el cabello afro tardaron muchas décadas en permitirle a las mujeres con cabello “apreta’o”,  como se le llama comúnmente en el Pacífico, sentir el placer de lucir su cabello con libertad y mayor orgullo.“Anteriormente como no habían productos, ni una forma para aprender a manejar nuestro cabello, como los tutoriales de YouTube actualmente, las mamás nos mal manejaban el cabello, lo peinaban cuando estaba seco, sabiendo que hay que peinarlo cuando está húmedo y luego no se vuelve a tocar para que los rizos queden definidos  como es”, exalta Piedad.

Cuenta la historia que, antes de que los tratamientos para cabello afro llegaran al mercado, hombres y mujeres se aplicaban grasa para lucir el cabello quieto; más tarde, cerca al año de 1870, empezó a ofrecerse en el mercado la crema alisadora, que le permitió a las mujeres llevar el cabello completamente lacio, sin miedo a que se les esponjara con el lavado. Además, con la supresión de la esclavitud, las mujeres negras empezaron a lucir su cabello liso, como sinónimo de liberación.

 

Piedad Ortiz, que ha sufrido del manejo del cabello sin productos adecuados, hace parte de un gran equipo que, desde el año 2010, se ha dedicado a distribuir un producto que hace menos tedioso el manejo del cabello abundante que caracteriza a las mujeres afro:  “Utilizamos los beneficios del borojó, que es una fruta exótica del Pacífico y ayuda con el crecimiento, la hidratación y la restauración de la fibra capilar. Es algo que necesitamos las mujeres con características afro en el cabello”, comparte.

 

La mayonesa, la cebolla y el ajo son implementos muy importantes en la gastronomía, pero también han cobrado importancia al momento en que la mujer va a elegir productos con el ánimo de embellecer su pelo. Al respecto, Piedad manifiesta que: “Son productos que llenan el cabello de grasa, pero no lo hidratan como debe ser, no es el mismo proceso de humectación, por ejemplo, al que sí se puede tener con el uso de tratamientos con ingredientes como el borojó”.

 

El amor por lo propio es el impulso para que Piedad Ortiz y su equipo sigan produciendo tratamientos especiales que inciten a que las madres con cabello alisado se conviertan en ejemplo para sus hijas y les enseñen a peinar su cabello, de tal manera que no encuentren en los aliceres la solución para lucir seguras: “Lo que se busca con este tipo de productos es que las hijas de las alisadas no tengan la necesidad de alisarse el cabello”.

 

Así es como el dolor y los miedos de dar libertad a los cabellos “apreta’os”, duros, “chontudos”, alborotados, afros o como lo quieran llamar, se ha ido perdiendo a medida que las mujeres aprenden el manejo adecuado de su pelo y se ha vuelto común que mientras nos transportamos por las calles tengamos la oportunidad de ver a más de una mujer luciendo su cabellera al natural.

 

A las mujeres afro, como lo indica Piedad, “no es que nos falte aceptación, es que no nos enseñaron a aceptarnos”.  

Al son de chirimías por el Petronio

13 de agosto del 2016/ TeamUnivalle Aura Camila Lema

Mientras hago la fila de ingreso alcanzo a escuchar el clarinete y los bombos de la Chirimía que llena el ambiente con su alegría y arrebato. Estoy ansiosa por entrar de nuevo a la carpa de comida, donde seguro me esperan otras delicias que nunca he probado. Este es el primer Petronio que vivo tan de cerca. Avanzo por el área de acceso y directamente voy a la zona de muestras culinarias y artesanales. El aroma golpea con sutileza pero firme: son los productos del mar y de los ríos que bañan a cada uno de los departamentos de donde vienen las sabedoras, cocineras, artesanos, músicos y expositores que nutren la muestra. Las sonrisas andan de lado a lado y esto es una fiesta.

 

Voy con un grupo de compañeros y vamos por los puestos de comida. Paso cerca de las vitrinas donde hay exhibidas empanadas de camarón, de piangua, de tollo, mixtas; papas rellenas con productos de mar y lo que más me atrae son pequeños pescados fritos en la misma vitrina. Doña Francisca, ubicada en uno de los primeros puestos, pregunta qué queremos comer; yo estoy fascinada con su atuendo: lleva un turbante de colores azules y verdes que combinan con los rebordes de un vestido negro que usa por encima de los tobillos. Con la misma sonrisa que me ofrece, le respondo que en un rato pasamos de nuevo. Así pasa en cada puesto del recorrido de la muestra culinaria.

 

De nuevo la música llama mi atención y frente a la carpa de “Marimba para Todos”, hay un  grupo recibiendo clase de cocina; hay cantos y palmas. Yo tengo una fascinación por la cocina que descubrí hace poco; y cada que puedo, experimento con recetas. La repostería es lo que más me gusta, pero el pescado y los mariscos son de mis platos preferidos, así que sin pensarlo dos veces me dirijo a la clase. En ese momento están aplaudiendo y cuando me fijo en quien dirige el canto, me sorprendo al ver a la mismísima Maura Caldas: una de las sabedoras culinarias más importantes del pacífico colombiano.   

 

Mama Maura tiene hoy un ayudante, es el cocinero Julián Angulo, uno de los pocos hombres que se dedica a la cocina del pacífico, pues tradicionalmente es entre las mujeres que se transmite la sabiduría culinaria. Están preparando encocado de piangua, pero hemos llegado casi al final, así que lo que puedo ver es poco. Dice Maura: el coco es muy celoso, entonces si tu le pones algo encima, toda la preparación se corta. Mientras dirige a su ayudante, mira la olla donde está hirviendo el encocado. Después de que le pone la leche aguada, le va a echar la propia leche, que esa si tiene todo el sabor del coco. Da una ojeadita al encocado de camarón y mira al público al entonar:

 

Si te lo pido, no me lo da´

Si te lo toco te has de enojar

Si te lo pido no me lo dá

Si te lo toco te has de enojar

Trae tu mano veni pa´ca

Que lo que toco e´ hueso no má´

 

Ay hueso no má´ tenia mi novia

Ay hueso no má´ tenia mi novia

Ay hueso no má´ tenia mi novia

 

Y esto fue lo que ella hizo

Cuando el marido se fue

Arrima´se a una pared

Y enterrarse un clavo postizo

 

Ay hueso no má´ tenia mi novia

Ay hueso no má´ tenia mi novia

Ay hueso no má´ tenia mi novia


Al final todos coreamos a Maura, pero como llegamos tarde, no alcanzamos a probar su encocado, de manera que seguimos a la zona de bebidas ancestrales y competencia. Desde que paso el control de la policía escucho más fuerte el murmullo de la gente. Los vendedores ofreciendo las bebidas ancestrales y las inventadas para las fiestas. Esquivo a un par, pero mis oídos los siguen: El viche, el arrechón, el curado, el tumbacatre, la tomaseca… se lo recomiendo. Más adelante una señora le dice a una amiga: vea mona le tengo el siete polvos, tumbacatre, para-picha, abre-cuca, rompe-culo, preña hombre y de ñapa el peo´. El arrechón pa´que se arreche, el viche pa´que piche. Y esto es definitivamente una fiesta de diversidad. Encontramos desde los stands más tradicionales, como el de La Tere, hasta los que ofrecen los productos más novedosos. La alegría del festival se mete por los poros y se queda en el cuerpo. Con cada grupo de amigos es un brindis. Y bien dice la Tere que los que toman curao´ se acercan un poco más.

Las bebidas ancestrales de la Tere

12 de agosto de 2016 / TeamUnivalle - Aura Camila Lema

Doña Tere está de pie del lado interior del mostrador que tiene ambientado con detalles de su territorio, el río Saija en el municipio de Timbiquí. Una marimba a escala y sobre ella un par de mates pequeños que usa para ofrecer las bebidas ancestrales, del lado izquierdo una palmera y a la derecha un par de catangas. Hablando con dos mujeres que parecen ser madre e hija guarda en una bolsa una botella mientras les explica cómo la más joven debe tomar el curado: la dosis es una copita todas las noches y no debe tomar nada frío. Mientras tanto el sonido de los violines caucanos llena los espacios que deja su voz; las mujeres agradecen apresuradamente, pues el mostrador se llena con velocidad.

Teresa de Jesús Hurtado vivió con su tía sus primeras experiencias con las bebidas ancestrales. Una médica tradicional, partera y comadrona: la Señora del pueblo. Aprendió cada detalle junto a ella, de quien heredó toda la tradición de su pueblo a través de las bebidas. Al hacerlas nunca se dejan de invocar a los ancestros, la espiritualidad se hace presente en cada uno de los ritos, desde el inicio; al recoger las plantas, por ejemplo mi tía me decía: nunca la´ coja en luna porque no te sirve, tiene que ser en menguante, tiene que tratarla con cariño; hasta el momento de tomarlas.

Doña Tere está de pie del lado interior del mostrador que tiene ambientado con detalles de su territorio, el río Saija en el municipio de Timbiquí. Una marimba a escala y sobre ella un par de mates pequeños que usa para ofrecer las bebidas ancestrales, del lado izquierdo una palmera y a la derecha un par de catangas. Hablando con dos mujeres que parecen ser madre e hija guarda en una bolsa una botella mientras les explica cómo la más joven debe tomar el curado: la dosis es una copita todas las noches y no debe tomar nada frío. Mientras tanto el sonido de los violines caucanos llena los espacios que deja su voz; las mujeres agradecen apresuradamente, pues el mostrador se llena con velocidad.

Teresa de Jesús Hurtado vivió con su tía sus primeras experiencias con las bebidas ancestrales. Una médica tradicional, partera y comadrona: la Señora del pueblo. Aprendió cada detalle junto a ella, de quien heredó toda la tradición de su pueblo a través de las bebidas. Al hacerlas nunca se dejan de invocar a los ancestros, la espiritualidad se hace presente en cada uno de los ritos, desde el inicio; al recoger las plantas, por ejemplo mi tía me decía: nunca la´ coja en luna porque no te sirve, tiene que ser en menguante, tiene que tratarla con cariño; hasta el momento de tomarlas.

Estas bebidas fortalecen a la Tere culturalmente, la transportan a su infancia y sobretodo la llenan de orgullo, pues lo que más le interesa es dar a conocer su cultura y tradición. Su misión es ayudar, si una persona tiene un problema y se encuentra conmigo, es porque me dio Dios la fortaleza de ayudarla, es como una tarea que me dejaron. Tere siente que a veces su comunidad es juzgada erróneamente y que en realidad el festival es un evento donde visibilizar la cultura del pacífico, pero ante todo, es un lugar de encuentro de parientes y paisanos, Hay personas que no nos vemos en todo el año entonces nos ponemos cita en el Petronio.

 

A Tere le brillan los ojos mientras habla de su tía. Ella es su Santa. De quien recibió la sabiduría de su territorio y con quien preparó las bebidas ancestrales. Sin embargo, no fue junto a ella que hizo su primera bebida, sino con sus amigos para una fiesta.  La primera tomaseca que yo hice, la hice a escondidas. Nos fuimos para una casa, la casa estaba sola, ellos me llevaron unos galones de viche, la miel y yo me robé unos aliños de mi tía, nadie más tenía aliños, porque ella era la que hacía las bebidas. Esa tomaseca quedó riquísima, le eché un poco de picante, pero ellos mismos decían quedó riquísima. La primera tomaseca que hice fue por corrinche.

El Pacífico Cuenta: si muero hoy ¿qué vas a saber mañana? 

Por: Ma. de la Luz Palacios Estrada  

        Laura Angulo Angulo

La tarde se convirtió en cómplice de aquella aventura, la misma culpable de hacer sentir los latidos de su corazón como si de él repicaran tambores. Su cabeza daba vueltas cual remolino en furor, y al mismo tiempo, no dejaba de pensar en lo peor que podría pasar si su hermana mayor, Rosa, la mujer que la crió, se enterase de lo que había sucedido.

Alba Canchimbo, una mujer de piel negra, ojos miel, cejas finamente delineadas, cabello alisado y estatura mediana, oriunda de Timbiquí, aprovechó que su tía ‘Machú’, como le llamaban de cariño, le pidió que le hiciera un mandado, para implorarle que a cambio de recibir un sí, le compartiera un trago de esa bebida que durante tanto tiempo había visto tomar a sus padres y familiares y de la que solo había podido percibir su aroma.

La tía ‘Machú’, cansada de tanta insistencia, le pasó un mate lleno de ‘tomaseca’ y le dijo:

  • Te vas a sentar y no te levantás hasta que no te lo tomés todo.

 

Eso fue una locura, cuenta Alba.

Con escasos trece años, ella  tuvo la oportunidad no solo de probar, sino también de emborracharse con la ‘tomaseca’, bebida tradicional del Pacífico Colombiano, integrada por elementos como el anís, la canela, el clavo de olor, la nuez moscada, el azufre, entre otros. Gracias a la oralidad que sus ancestros utilizaron para llevar de generación en generación su legado, se han logrado mantener vivos el valor de esta bebida y su preparación, así como las costumbres de la región. Cada bebida autóctona del Pacífico va más allá de una tradición, es un saber, un recuerdo, un legado, es una esencia.

Sus bebidas están impregnadas de una mezcla de sabores característicos los cuales se identifican con un dicho, una experiencia, anécdota o características, que solo viven las personas proveedoras  de estas.

“La tradición y la cultura de la población afro han trascendido a través de la oralidad”, cuenta Enith Cristina Mosquera, coordinadora de la Institución Técnico Industrial  Carlos Holguín Mallarino sede Niño Jesús, haciendo énfasis en que “muchos de nuestros ancestros no sabían leer  ni escribir, por lo tanto, a través de los relatos se contaba a los descendientes, de dónde veníamos y cuál era la esencia de lo que éramos y somos”.

Desde muy niña, a través de los relatos de sus padres y de sus abuelos, Alba fue creciendo con el amor a flor de piel por sus raíces, iba sintiendo admiración por cómo las mujeres y los hombres se expresaban a través del canto, la poesía y los versos que les permitían ensalzar sus bellezas y manifestar sus sentimientos de dolores, de tristezas y de alegrías. Al respecto, Esperanza Bonilla Carabalí, cantora de la agrupación Red de cantadoras, expresa que “uno va naciendo con ese carisma y con ese don para enfrentase a la vida con lo que a uno le gusta; la música y la danza son cosas que nacen con uno”.

Aunque Canchimbo no se fue por el lado de la música propiamente, sí siguió los consejos de su madre, quien preparaba la ‘tomaseca’ en su casa, y siempre le decía: “Vení te enseño porque yo no te voy a durar toda la vida”. Ocho meses después, su madre falleció.

Alba, lleva más de diez años preparando la ‘tomaseca’ y recordando aquella aventura loca, que le dio un giro a la mirada que tenía frente a las tradiciones de su región. Como ella lo comparte, su mamá siempre le insistía en que debía conocer cómo se hacía esta bebida, diciendo: “Ustedes deben aprender porque, cuando yo me muera, ¿qué van a saber?”.

¿Para qué ir de borondo por el Petronio?

11 de agosto de 2016 / John Jairo León Muñoz

Para que los pulmones se expandan más cuando cante. Para que se erice la piel. Para evitar que nos maten por negros. Para defender la vida. Para validar la identidad en los peinados y en el caminao. Para escuchar música inédita que viene de un violín. Para imaginar que viajamos montados en una canoa con el sonido de la marimba. Para mirar cómo se asombran las nubes con el río de gente que viene a bailar. Para mirar que todos somos hijos de Petronio. Para comer marranitas rellenas de camarón. Para sucumbir frente al tollo, la cazuela de chontaduro y la tostada de plátano con guiso de piangua Para tomar el arrechón, el tumbacatre, el viche, la tomaseca, la parapicha y saber de qué diablos es que estámos hechos. Para sentirse afrodisíaco. Para vivir en calentura con el borojó. Para estrenar las alas y subir y ver de cerca el color con el que se pintaron las estrellas. Para saber que a quien nos encontremos en el Petronio, ese es un verdadero amigo. Para estar en movimiento con las manos, la cabeza y el estómago a ritmo de currulao. Para vivir la experiencia que el cuerpo se mueve solo. Para apreciar sonrisas sinceras y ebrias de festival. Para saber cómo es vivir en territorios de paz. Para mover pañuelos y dejarlos que dancen con la luna y con el viento. Para saltar hasta que duelan los pies. Para sudar y sentirse vivo. Para reír y escuchar el eco de la risa. Para contagiarse de chirimía. Para probar el sabor de la brisa del pacífico. Para que le hablen los violines caucanos al oído. Para dibujar paisajes de alegría en el cerebro. Para darse cuenta que efectivamente Dios es negro. Para sentir que una bonita idea de libertad es la fiesta del Petronio. Para imaginar que las olas del mar también se mueven al ritmo de los clarinetes. Pa´ mete la mano, saca y hueler. Para saber como se tumba una casa a punta de rumba. Para recuperar la memoria. Para construir independencia e identidad. Para hablar con un desconocido y sudar con él. Para no dejar que nos maten la utopia. Para que el Petronio siga siendo un sueño de esos que uno nunca quiere despertar. Para que el Petronio sea siempre nuestro. Para que no nos maten nuestra idea de libertad.

Pour quoi aller se promener dans le festival Petronio?

John Jairo León Muñoz. (Traducción Teresa Benitez Rodriguez)

Pour que les poumons se dilatent plus quand tu chanteras. Pour avoir la chair de poule. Pour éviter qu’on nous toue pour être noirs. Pour défendre la vie. Pour revendiquer notre identité à travers nos coiffures et notre caminao[1]. Pour écouter de la musique inédite jouée par un violon. Pour imaginer que nous voyageons dans une canoë, accompagnés par le son du marimba. Pour voire comment les nouages s'étonnent avec le fleuve de personnes qui viennent danser. Pour constater que nous sommes tous des enfants de Petronio. Pour manger des marranitas[2] farcies aux crevettes. Pour être tentés du tollo[3], la cazuela de chontaduro[4] et le toast de banane avec une soupe de piangua[5]. Pour boire l’arrechón, le tumbacatre, le viche, la tomaseca, la parapicha[6] et savoir de quoi nous sommes faites. Pour nous sentir aphrodisiaques.  Pour nous exciter avec le borojó[7]. Pour éteindre les ailes, nous élever et voire la couleur avec laquelle on a peint les étoiles. Pour savoir que celui que nous rencontrerons au Petronio deviendra un vrai ami. Pour bouger les mains, la tête et le ventre au rythme du currulao[8]. Pour vivre l'expérience de voir le corps bouger par soi même. Pour apprécier les sourires sincères et ivres du festival. Pour savoir comment est la vie dans les territoires de paix. Pour agiter des mouchoirs et les laisser danser avec la lune et le vent. Pour sauter jusqu’à avoir mal aux pieds. Pour transpirer et nous ressentir vivants. Pour rire et écouter l'écho du rire. Pour s’infecter de chirimía. Pour sentir le goût de la brise du Pacifique. Pour que les violons du Cauca nous parlent à l’oreille. Pour dessiner des paysages de joie dans le cerveau. Pour se rendre compte que, en effet, Dieu est noir. Pour sentir que la fête de Petronio est une jolie idée de liberté. Pour imaginer que les vagues de la mer se bougent au rythme des clarinettes. Pa´ mete la mano, saca y hueler[9]. Para saber cómo se tumba una casa a punta de rumba[10]. Pour récupérer la mémoire. Pour construire l'indépendance et la liberté. Pour discuter avec un inconnu et transpirer avec lui. Pour empêcher qu’ils tuent notre utopie. Pour que le Petronio continue à être un rêve tellement joli qu’on ne voudra pas se réveiller. Pour que le Petronio soit toujours à nous. Pour qu’on ne tue notre idée de liberté.

 

 

 

[1] Style de marcher.

 

[2] Populaire entrée typique de la région Pacifique de Colombie. Elle est faite de banana frite.

 

[3] Jeune requin qui est l'ingrédient principal de beaucoup de plats de cette région.

 

[4] Plat typique de cette région. Chontaduro est un fruit très connu dans quelques zones d'Amérique central et du Sud. Le plat est une espèce de ragout de chontaduro.

 

[5] Piangua est un type de mollusque bivalve connu comme "le délicieux secret" de la côte pacifique de la Colombie.

 

[6] Ce sont des boisons alcooliques faits à la maison, contenant des propriétés médicinales et aphrodisiaques.

 

[7] Un fruit selvatique très énergétique. Il est riche en protéines, acide amine essentiel et phosphore.

 

[8] Currulao est un style musical interprété de manière collective avec des marimbas.

 

[9] Une strophe d'une chanson de Grupo Bahía appelée "El Birimbí". Birimbí est aussi le nom d'un plat typique de la côte Pacifique fait avec du mais, de la canne à sucre, des épices, du lait et du coco. Cette strophe veut dire "Pour mettre la main, tirer, et sentir".

 

[10] Une référence à la populaire chanson "La vamo a tumbar" de Grupo Saboreo. Cette phrase veut dire "Pour savoir comment renverser une maison en fêtant".

Para que fazer um tour pelo Petronio?

John Jairo León Muñoz. (Traducción Teresa Benitez Rodriguez)

Para os pulmões se oxigenarem. Para nos arrepiarmos. Para evitar que nos matem por sermos pretos. Para defender a vida. Para reivindicar a identidade através dos nossos penteados e nossa peculiar forma de caminhar. Para escutar música inédita que vem dum violino. Para imaginar que viajamos sobre uma canoagem ao ritmo da marimba. Para ver as nuvens se maravilhando com o rio de pessoas que vêm dançar. Para constatar que todos somos filhos de Petronio. Para comer marranitas[1] de camarões. Para serem tentados pelo tollo[2], a caldeirada de pupunha e o patacão com molho de piangua[3]. Para beber arrechón, tumbacatre, viche, tomaseca, parapicha[4] e descobrir finalmente qual é o material do que estamos feitos. Para nos sentirmos afrodisíacos. Para curtir a efervescência do corpo provocada pelo puruí. Para estrear as alas, ascender e ver as cores que foram escolhidas para pintar as estrelas. Para ter a certidão que o cara que conheçamos no Petronio se tornará um verdadeiro amigo. Para mover as mãos, a cabeça e a barriga ao ritmo do currulao[5]. Para ver como o corpo pode se mover por si só. Para apreciar os sorrisos sinceros e embriagados do festival. Para saber como é que se vive em territórios de paz. Para agitar lenços e fazê-los dançar com a lua e o vento. Para saltar até ter dor nos pés. Para suar e nos sentirmos vivos. Para rir e escutar o eco do riso. Para nos contagiarmos da chirimía[6]. Para nos deleitarmos com o sabor da brisa do Pacífico. Para que os violinos do Cauca falem aos nossos ouvidos. Para desenhar paisagens de alegria no cérebro. Para entender que, com efeito, Deus é preto. Para sentir que a festa de Petronio é uma bonita ideia de liberdade. Para imaginar que as ondas do mar também se movem ao ritmo dos clarinetes. Pa´ mete la mano, saca y hueler[7]. Para saber cómo se tumba una casa a punta de rumba[8]. Para recuperar a memória. Para construir independência e identidade. Para falar com uma pessoa desconhecida e suar com ela. Para impedir que matem a nossa utopia. Para que o Petronio continue a ser um sonho do que você não vai quer despertar. Para que o Petronio seja sempre nosso. Para que não matem a nossa ideia de liberdade.

________________________________________________________________________________________

[1] A marranita é um bolo de banana frita típico da região Valle del Cauca.

 

[2] Tubarão jovem. Trata-se dum importante ingrediente dos pratos típicos da gastronomia do Pacífico.

 

[3] Piangua: molusco bivalve conhecido como "o delicioso segredo do Pacífico colombiano".

 

[4] Arrechón, tumbacatre, viche, tomaseca e parapicha são bebidas tradicionais da cultura afrodescendente da Colômbia. Estão feitas à base de aguardente e têm efeitos curativos e afrodisíacos.

 

[5] O currulao é um ritmo musical próprio da cultura afrodescendente. A música se toca coletivamente com marimbas.

 

[6] Gênero musical tradicional da região do norte do Pacífico colombiano.

 

[7] Estrofe duma canção da banda Grupo Bahia chamada "El Birimbi" que também é o nome dum prato típico da costa Pacífica feito de milho, cana de açúcar, temperos, leite e coco. A estrofe quer dizer "Para meter a mão, tirar e cheirar".

 

[8] Referência à famosa canção "La vamo a tumbar" da banda Grupo Saboreo. A frase quer dizer "Para saber como é que se derruba uma casa simplesmente festejando".

Para que fazer um tour pelo Petronio?

by John Jairo León Muñoz. (Traducción Rebecca Katsaris)

So that your lungs expand even more when you sing. To get goose bumps all over your body. To avoid to be killed for being black. To defend your life. To validate the identity of the hairstyles and the caminao 1 .To listen to the unedited sounds of the violin. To imagine that we are traveling by a

canoe with the sound of the marimba. To witness how clouds come together joyfully with the river of people that just want to dance.To recognize that we are all children of Petronio. To eat marranitas 2 filled with shrimps. To give in to the tollo 3 , the cazuela de chontaduro 4 and the

fried plantain with sauce of piangua 5 . To drink arrechón, tumbacatre, viche, tomaseca, parapicha 6 and to familiarize with the devils that we are all made of. To feel aphrodisiac.

To feel the heat with some juice of borojo 7 . To try our wings out for the first time so we can reach the stars and examine which colours were chosen to paint the stars.To acknowledge that each person that we meet at Petronio is a true friend. To move our hands, our head and stomach to

the rhythm of currulao 8 . To live the experience of our body moving by itself. To appreciate the drunken yet sincere festival smiles. To know how it is to live in a peaceful territory. To wave handkerchieves and make them dance with the moon and the wind. To jump until our feet hurt. To

sweat and to feel alive. To laugh and hear the eco of our laughter. To get infected by the sound of the chirimia 9 . To try the taste of the breeze of the Pacific. To listen to the violins from Cauca whispering in our ears. To draw landscapes of happiness in our brain. To realize that actually God is black. To feel that Petronio is nothing but a beautiful idea of freedom. To imagine that the waves of the sea can also move to the rhythm of the clarinets. "Pa´ mete la mano, saca y huele"; 10 .´Para saber como se tumba una casa a punta de rumba´ 11 . To recover our memory. To construct our independence and our identity. So that we never let anyone kill our

utopia.To talk with strangers and sweat by their side. So that Petronio carries on being a dream from which you will never want to wake up. So that Petronio carries on belonging to us. So that no one ever kills our ideas of freedom.

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1 Walking in style and self-confidence

2 Popular appetizer from the Pacific zone of Colombia. They are fried plantains balls filled with shrimps and refried into crispy balls. The filling varies according to where exactly they are prepared, for example they can be stuffed with pork belly. Marranitas literally translate as “little pig girls”.

3 Young blue shark, the main ingredient of many delicious dishes from the Pacific region.

4 Cazuela de chontaduro is another typical dish from the Pacific. Chontaduro, also known as the ‘palm peach’, is a fruit common to certain parts of Central and South America. The fruit grows in a cluster on a palm tree. Its color varies from bright orange red to orange and yellow/green.

This is a palm peach casserole! It is also known for its aphrodisiac powers.

5 Piangua is a type of a bivalve mollusk also characterized as the "exquisite secret" of the Pacific coast of Colombia. 

6 All homemade medicinal alcoholic drinks prepared in the Pacific coast.

7 A fruit that grows in the rainforests of Colombia and is collected when the fruit matures and falls to the ground. Borojo is highly energetic, with a high protein content, has essential aminoacids for the body and its phosphorous content is surprising.

8 Currulao is a music style played collectively on marimbas with heavy use of call-and- response vocals. Currulao originated in South Pacific Colombia, where local materials are used to fashion bass and hand drums, seed rattles, etc. Rhythmic elements of the basic four-man group includes a cununo drum played in 6/8 time, while a second performer plays a home- made rice- filled shaker called either a guasa or guache.

9 A traditional genre of Colombia's Northern Pacific region.

10 A verse taken from a song by Grupo Bahia called "El Birimbi"; which is also the name of a type of a typical dish in the Pacific coast made with corn, sugarcane, spices, milk and coconut served hot or cold. 

11 A reference to the famous song "La vamo a tumbar" by Grupo Saboreo.

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