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VESTIGIOS

Las calles, carreras, parques, edificios y casas de la ciudad se destacaron por un tiempo al conocerse por nombres de personas y fechas de relevancia para la historia nacional y local. Ahora como evidencia de esos días quedan placas y recuerdos lejanos en la memoria de algunos habitantes de Bucaramanga.

 

Recorrimos la ‘bonita’ y encontramos que en el suelo, en las paredes y en los postes aún se pueden leer estos fósiles que conservan testimonios de diversas épocas, que algunas personas quieren conservar y que otras con naturalidad comprenden su olvido.

Perpetua recordación

“Jamás podrá olvidarte quien vio tu faz galana,

ni aquél que vio tus risas, ni aquél que puedo ver

los oros milagrosos, la pompa azul y grana

del sol bajo tus cielos, en un atardecer.”

  • Carlos Torres Durán, poeta santandereano refiriéndose a Bucaramanga.

Sobre el territorio de Bucaramanga descansan piezas que evidencian el pasado de la ciudad, de épocas diferentes, que enmarcan la intención de la sociedad por resaltar personalidades con las que existía una identificación; los objetos se hicieron por un sentido de homenaje y para el recuerdo de lo que llamamos historia. Sin embargo, han perdido su valor y a diario pasan desapercibidos a los ojos de la ciudadanía.

Desde el tiempo de la colonia, se apropió de España la costumbre de nombrar las calles y las carreras, en nuestra tierra los nombres pertenecían a próceres de la Nación que luego fueron variando a fechas conmemorativas y nuevos nombres, cada uno perteneciente a una generación con el mismo propósito, pero diferente ideal.

Es posible leer estos nombres en la Calle 36, alguna vez llamada Calle ‘Rafael Uribe Uribe’ en honor al militar, en la que se encuentran vestigios de lo que ha sido Bucaramanga.  Son placas fundidas en bronce, talladas en piedra, incrustadas o fijas a las edificaciones y a los monumentos. En algunos casos son pinturas, un esfuerzo de adaptación a los tiempos modernos.

Conservación

Hacia 1940 cuando, Bucaramanga comenzó su expansión, sus vías dejaron de ser empedradas y al convertirse en pavimentadas se les asignó una identificación de acuerdo con una nomenclatura que posteriormente se actualizó, debido al crecimiento exponencial de la ciudad.

Por décadas fueron conocidas la Calle Real o de los Bancos (Calle 5, actual Calle 35 o Calle del Comercio), Carrera del Libertador (Carrera 10, actual Carrera 15) y  la Avenida ‘Camacho Carreño’ (actual Carrera 19), sobre las cuales también descansan los lugares icónicos del Paseo España y Colón, igual que el Pasaje Santander y Cadena, espacios de vivienda y comercio, que aún se mantienen en pie y función.

La Sociedad de Mejoras Públicas surgió como una entidad de intelectuales y organizaciones que se preocupaban por el bienestar cultural, que se propuso nombrar los espacios y mantener en uso esta cortesía a personas influyentes, cuyo propósito final era crear una identidad propia.

Retomando esta tarea, Edmundo Gavassa, periodista con 60 años de trayectoria e historiador empírico, presidente de la Academia de Historia de Santander entre el 2000 y el 2005, ha emprendido en reiteradas ocasiones campañas públicas para conservar esta tradición, sin embargo, lo único que ha logrado es la nostalgia de pocos habitantes.

“Al vivir en un mundo inmediato desde hace unos años, las personas no se preocupan por recorrer y conocer su ciudad y mucho menos su historia. La Ciudad se convirtió en un espacio sin rostro, muchas de las placas fueron robadas y nunca se volvieron a poner. El ritmo de vida no nos permite poner atención al pasado, pero debemos esforzarnos por tener una preocupación por la memoria”, asegura Gavassa.

Olvido

Los habitantes de la ciudad ‘bonita’, ‘señora’ y de la ‘esperanza’ se han tomado la libertad de nombrar su territorio por aspectos más propios y casuales como parte de su geografía en lugar de individuos. El sector de Chorreras de Don Juan (actual estación de transporte articulado Metrolínea entre la Calle 36 y la Carrera 15) y la Avenida la Rosita (Calle 40) se nombraron de acuerdo a afluentes que circulaban por estos sectores que aún conserva una relación con su origen.

De esta manera, parece que la memoria de los bumangueses tiene claro los nombres de lugares y puntos de la ciudad por un interés colectivo y no por una imposición poco natural, pero con sentido.

Los nombres pasaron de calles a parques que se acompañan por estatuas, obras de arte y bustos en honor a las personalidades. También pasaron a edificaciones con las cuales hay una conexión directa, así hoy por hoy la capital santandereana en su casco antiguo conserva las casas ‘Simón Bolívar’, debido a la estancia del libertador de Latinoamérica, y la ‘Luis Perú de Lacroix’, quien en el recinto escribo las memorias del militar.  

Para Alejandro Murillo, arquitecto y miembro de la organización de investigaciones urbanas, Citu, la relación entre la ciudad y la memoria no recae en las placas y los nombres, esto se suele pasar por alto.

Su importancia está en que “los cuidados necesitan investigar y apropiarse de la historia. El comienzo y el fin del debate es valorar la ciudad y el patrimonio, hay que comprender y aprender que sucedió, por qué, en qué lugares y en qué épocas. El olvido de esto responde a nuestro mundo contemporáneo que exige un mayor un compromiso”.

Bucaramanga está llena de vestigios que retratan su evolución y para leer y vivir la ciudad es necesario observar con detenimiento lo que ella tiene para contar y sentir un afán por saber más.

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