top of page

Para 1778, antes de que Bucaramanga fuera reconocida como la capital del Estado de Santander, el comercio en el centro de la ciudad era primitivo. Los productos que se comercializaban frente a la Capilla de los Dolores, contigua a lo que hoy es el parque García Rovira, solo alcanzaban a cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos que, con dificultad, compraban todo tipo de verduras extendidas en el piso empedrado, en medio de la maleza y los barrizales malolientes que se desbordaban en los días de lluvia.

 

Con el paso del tiempo, los vendedores se fueron organizando. Para 1850, el mercado semanal ya contaba con toldos que cubrían los productos y además, se ofertaban más mercancías de todo tipo cada semana. Sumado a esto, el crecimiento poblacional también permitió que la ciudad se fuera extendiendo por la Calle Real (hoy calle 35), lo que trajo, además, que el Cabildo de la ciudad pensara en la creación de un lugar con mejores condiciones para el mercado y una mayor oferta de productos.

 

Finalmente, el 3 de junio de 1895, abre las puertas la Casa de Mercado Cubierto de San Mateo, en lo que hoy es el Bucaramanga (calles 33 y 34 entre carreras 16 y 17). En el lugar se ubicó en los terrenos de la extinta Laguna de San Mateo. La apertura del lugar no solo cambió las tradiciones de los habitantes de Bucaramanga, sino que permitió que las ventas abrieran diariamente. Fue Nepomuceno Serrano quien la construyó.

 

En la madrugada del 6 de febrero de 1979, un siglo después, la explosión de varios cilindros de gas despertó a los vecinos y vendedores del lugar. La Casa de Mercado Cubierto San Mateo se incendió y quedó en medio de las cenizas.

 

La opción de las autoridades locales fue construir contiguo al lugar un nuevo escenario para el mercado local. Se trata de la Plaza de Mercado Central, que ha sido testigo no solo del crecimiento y la expansión de la zona, sino de cómo se ha deteriorado la construcción de estilo republicano.

Pag 8

bottom of page